COVID-19 y Cambio Climático: la extraña relación de dos fenómenos provocados por el hombre

«Invadimos bosques tropicales y otras tierras salvajes que albergan tantas especies de animales y plantas, y dentro de esas criaturas hay virus desconocidos

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«Invadimos bosques tropicales y otras tierras salvajes que albergan tantas especies de animales y plantas, y dentro de esas criaturas hay virus desconocidos. Cortamos los árboles, matamos a los animales o los enjaulamos y los comercializamos. Devoramos sus ecosistemas y liberamos los virus de sus anfitriones naturales. Cuando eso sucede, necesitan un nuevo huésped, y a menudo nosotros estamos allí».

La afirmación pertenece a David Quammen, uno de los investigadores y escritores científicos de mayor trayectoria en el mundo. Ha escrito 15 libros y entre ellos destacan «Contagio: Infecciones animales y la próxima pandemia humana» (2012); «Ébola: la historia natural y humana de un virus mortal» (2014); y «El chimpancé y el río: cómo surgió el SIDA de un bosque africano» (2015).

Para escribir «Contagio», recorrió el mundo por varios años indagando sobre los virus zoonóticos, aquellos que saltan de los animales a los humanos. Su obra es prácticamente una premonición de la pandemia de la COVID-19, enfermedad causada por el nuevo coronavirus SARS-CoV-2.

Desde que la Organización Mundial para la Salud (OMS) decretó la pandemia, Quammen es «persona de interés» para los medios. Su teoría expone: «El coronavirus quizás tuvo su origen en un murciélago, pero fue el hombre quien desató la locura».

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¿Por qué el COVID-19 es culpa del hombre?

Por qué el COVID-19 es culpa del hombre

Quammen explicó — en una entrevista concedida a El País — que estudios científicos han demostrado que los murciélagos tienen sistemas de inmunidad que han evolucionado para ser más hospitalarios ante cuerpos ajenos como los virus. Sin embargo, estos animales viven apartados de la civilización y no serían problema en una sociedad menos arrogante.

«Destruimos sus hábitats y ellos (los murciélagos) se ven obligados a buscar comida en áreas urbanas donde hay huertos y árboles frutales. Eso los acerca a nosotros y tenemos más posibilidades de contagiarnos con sus heces y su orina. Incluso, pueden contagiar a animales domésticos», aseveró.

En un artículo publicado en The New York Times, Quammen denuncia un «comercio peligroso de vida silvestre por alimentos. Este se extiende por Asia, África y, en menor medida, Estados Unidos y otras regiones. (…) Murciélagos, civetas, puercoespines, tortugas, ratas de bambú, pájaros y otros animales son vendidos en mercados como el de Wuhan», en China.

Sus palabras develan cómo el hombre ofrece más oportunidades que nunca a los virus. Peor aún, lo hace sin darse cuenta que ofrece más de 7.000 millones de posibles huéspedes hiperconectados. Quammen explica: «La peste bubónica mató a un tercio de la población europea, pero en el siglo XIV no podía viajar a América o Australia. Este coronavirus es uno de los más exitosos, junto a la cepa pandémica del VIH, y somos nosotros los que le ayudamos a tener tanto éxito».

Qué hacemos para evitarlo

«La ciencia sabía que iba a ocurrir. Los Gobiernos sabían que podía ocurrir, pero no se molestaron en prepararse», aseguró Quammen. Agrega que las excusas de los políticos siempre eran: «No gastaré el dinero por algo que quizá no ocurra bajo mi mandato (…) Bueno, si creían que financiar la preparación para una pandemia era costoso, esperen ver el costo final del COVID-19».

En ese sentido, resulta increíble que conociendo las graves consecuencias de esta acción — e inacción en algunos casos — del hombre, aún haya líderes políticos que mientan y se hagan los ciegos ante la devastación del medio ambiente.

El mundo es testigo de cómo varios gobiernos alardean sobre la tala y deforestación de bosques para beneficiar a oligopolios madereros y agrícolas, cuyo propósito está muy alejado del bien social. Y peor, hasta priorizan esas actividades por encima de los presupuestos de salud pública, educación e investigación.

Por tanto, es lamentable que por ser «el fenómeno del momento», el coronavirus deje en segundo plano la mayor amenaza que sufre el planeta. Se trata del Cambio Climático o calentamiento global.

Quizás, la principal diferencia entre COVID-19 y Cambio Climático es que el primero está matando más rápido. Pero, esa es también la más grande debilidad: aquel puede matar millones de personas hoy, mientras este se consume al planeta entero en cámara lenta.

COVID-19 vs. Cambio Climático

Sobre las causas del continuo y acelerado calentamiento global se ha explicado y demostrado la responsabilidad del hombre. El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, ha expuesto la urgente necesidad de transitar hacia una economía sostenible, solidaria y baja en emisiones de carbón.

¿Por qué es difícil lograrla? Porque la humanidad se acostumbró al consumismo como modelo de vida. Pensar en una economía verde que proteja la biodiversidad, promueva ecosistemas sostenibles, el comercio justo y el uso de energías renovables es una utopía.

Desde la ropa que usamos, los productos electrónicos que compramos, los alimentos que consumimos, los viajes que hacemos — en moto, carro, bus, tren o avión — la energía que gastamos en casa; todo implica que el mercado mundial no puede detenerse porque cada día tiene más demanda.

Precisamente, cada uno de esos aspectos se ha visto afectado por el confinamiento en pandemia. La reducción de emisiones de CO2 responde a la drástica disminución de autos en las calles y aviones en los cielos. También a la paralización de la producción industrial y del turismo. Igualmente, a la prohibición de grandes concentraciones de gente en eventos de cualquier índole.

Hoy, la contaminación del aire se ha reducido y las aguas están más limpias. La gente está en casa y no en centros comerciales gastando dinero, y hasta animales salvajes son vistos en vecindarios. Sin embargo, aunque pareciera que la naturaleza hace las paces con el hombre, todo es una «burbuja».

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El hombre destruye los hábitats de millones de animales y luego se queja por los efectos que eso genera en el mundo. Foto: Web

El efecto rebote del Cambio Climático

Greenpeace lanzó una advertencia que recogió la ONG Ayuda en Acción: «El coronavirus no nos traerá un planeta más verde». Aunque las emisiones de gases de efecto invernadero se reducen, la concentración de CO2 en la atmósfera sigue en aumento.

La pregunta es ¿qué pasará cuando termine el confinamiento? «Las medidas que los gobiernos tomen para estimular la economía podrían suponer un efecto rebote. Aunque eso también podría ser consecuencia del comportamiento de los pueblos como consumidores. Si, tras meses de confinamiento, nos da por consumir o viajar en exceso, por ejemplo, las fábricas deberán incrementar su producción para satisfacer nuestra demanda». Así explica esta coyuntura la ONG, al abordar la relación entre COVID-19 y Cambio Climático.

Asimismo, queda otra duda. Superada la pandemia, ¿los Gobiernos y el ser humano habrán tomado conciencia plena para suspender las acciones que llevaron a la propagación del virus?. O, quizás, actúen igual que con el Cambio Climático y se hagan los ciegos, sordos y mudos. Todo eso, mientras contribuyen a dejarle a sus nietos, bisnietos y tataranietos un mundo en llamas.

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¿Cómo reaccionarán los Gobiernos a escala industrial una vez superada la pandemia ? Foto: Web

Justo acá toma relevancia otra afirmación de Quammen. «Esta pandemia no es un evento novedoso. Es parte de una secuencia de contingencias relacionadas que se remonta al pasado y se extenderá al futuro, mientras persistan las circunstancias actuales. Entonces, cuando termine de preocuparse por este brote, preocúpese por el próximo, o haga algo para cambiar esas circunstancias».

Al final, esa la verdad. COVID-19 y Cambio Climático son simplemente efectos de un patrón de elecciones que los humanos hacemos.

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