Academia Ciudadana (AC) es un espacio integrado por científicos de diversas áreas que se congregan ante la necesidad de hacer divulgación científica y democratizar el conocimiento. Promueve el fortalecimiento de la ciudadanía y su participación político-democrática.
Durante la pandemia fueron las voces de los ediles las que se alzaron reclamando protección sanitaria vía cuarentenas y ayuda social para la ciudadanía de sus comunas. A poco más de un año para las elecciones generales no debería extrañarnos que sean estos tipos de liderazgos los que encabecen las encuestas de imagen positiva, y aunque es aún demasiado pronto para saberlo con certeza, parece bastante probable que el próximo presidente de Chile venga del mundo de lo local.
Revertir los horrores del pasado urbanístico de Santiago ha sido altamente costoso y, de momento, los esfuerzos siguen siendo insuficientes. Esto se hace especialmente difícil si el Estado no produce ciudad, solo la financia y omite su responsabilidad sobre el bien común.
A estas alturas no nos debe quedar ninguna duda que la pandemia global de COVID-19 ha sido no solo una crisis sanitaria y una crisis económica, sino también una profunda crisis en cuanto el trabajo, la familia heteropatriarcal y los cuidados.
El éxito o fracaso de un Estado en proteger la salud pública depende de la confianza de la ciudadanía en las decisiones gubernamentales y de la confianza de las y los líderes políticos en los hallazgos y recomendaciones de la comunidad científica.
La crisis climática y ecológica es consecuencia del antropocentrismo, en el cual están inmersas las élites económicas y políticas del mundo, las que independiente del sistema ideológico que defiendan, todas buscan de algún modo dominar la naturaleza desde una visión en donde la humanidad se encuentra por sobre ella y no como parte de esta.
Hoy, enfrentando el octavo apocalipsis en menos de 30 años (y cercano al 9no, gracias al cambio climático), nos encontramos con un sistema político-económico hiper globalizado y conectado, con autos que se manejan automáticamente y videojuegos de realidad virtual, pero también con una sociedad absolutamente vulnerable ante la aparición de un virus microscópico.